Merecidísimo el pase de nuestro Sevilla a semifinales. Mereció ganar en Mestalla y mereció ganar ayer en el Pizjuán. Los 10 minutos finales del partido de ida nos privó de la victoria, pero no era justo que esa empanada mental nos costara toda la eliminatoria. Sobre todo por lo que puso ayer el equipo en el campo.
Se entregó en cuerpo y alma nuestro equipo, pero lo mejor de todo es que lo hizo con cabeza. Toda la personalidad, la grandeza y el saber hacer que nos faltó ante el Racing se puso ayer en el campo. Jiménez y sus (nuestros) jugadores, una vez más, corrigieron errores anteriores y consiguieron que un equipo que se jugaba el ser o no ser en la competición que nos puede dar otra final no pegara ni un solo pelotazo perpendicular a la línea de defensa rival. Abrió el campo con Navas y Capel, a los que ayudaban Mosquera y Navarro (increíble la segunda parte del catalán). Cuando se hace dos para dos en banda con los extremos que tenemos es complicado no hacer peligro. Si a eso le unimos la aparición de Renato en continua basculación en la línea de tres cuartos rival, ofreciendo la pared a esos jugadores de banda y obteniendo así superioridad en los costados de ataque, el resultado es un vendaval ofensivo de los de antaño.
Por partes. El Valencia salió con las ideas claras. Línea defensiva adelantada y presión en la salida de balón del Sevilla desde nuestros centrales. Como era obvio que el Sevilla saldría también con un paso adelante, los primeros minutos se jugaba en una estrecha franja de campo, situación en la que el Valencia se sentía más cómodo tal y como ocurriera en la primera parte de Mestalla. Pero el gol de Marchena en despiste defensivo (otro, y hay que corregirlo) aceleró al Sevilla, al que le acompañó esta vez una (o dos) velocidad más en la transición de Romaric. El Valencia se vio desbordado, olvidó lo que había venido a hacer y se preocupó más de que llegara el descanso con la portería a cero que de otra cosa, aunque, eso si, manteniendo al menos las ayudas en banda de Joaquín y Silva a sus laterales para evitar fugas apocalípticas. Pero, poco antes del descanso, una falta lateral (aunque bastante atrasada) bien sacada por Romaric y mejor rematada por Kanuté hizo la justicia que no se conseguía en jugada.
En el segundo tiempo el Sevilla no bajó el pistón, había encontrado la fórmula y no había tiempo que perder. Emery sacó a Fernandes en el 57’ (me encanta este jugador) y a Edu en el 68’ para intentar conseguir algo de posesión, pero, salvo en jugadas concretas, no consiguió su objetivo y si que su equipo diera un paso más atrás (muchas veces y en este tipo de partidos la experiencia de un jugador es más valioso que su calidad). Esto fue el suicidio del Valencia, que se vio entonces definitivamente desbordado por el Sevilla, que con la mencionada entrada de Renato en el 60’ empezó a generar ocasiones en cascada, siempre a partir de centros desde las bandas. Pero por la acumulación de defensas valencianistas en su área en algunas ocasiones y por la buena actuación de César en otras el gol nos fue negado. Y tuvo que ser de nuevo a balón parado como se hiciera justicia en la eliminatoria, minuto 89 nada menos. Corner que saca Renato al segundo palo y en la pugna queda muerto al borde del área chica para que Squillaci rematara no sé ni como, ya que al segundo siguiente el balón estaba dentro de la portería. Locura absoluta en la bombonera. La cara de Squillaci, un poema. Consumada la merecidísima remontada y a semifinales.
Reflexiones personales: Duscher hoy por hoy es aboslutamente indispensable para ver a un Sevilla compensado. Además, hace crecer a Romaric, ya que el argentino no sigue la jugada en la posesión tan cerca como Maresca, lo que genera un espacio mayor para el movimiento del africano, dándole las décimas de segundo necesarias para la óptima distribución. Mosquera tiene que jugar en el lateral derecho en ausencia de Konko y Crespo. Fernando Navarro tiene un fondo físico impresionante, que hay que explotar en las segundas partes. Luis Fabiano está muy cargado de minutos, está más pesado y lento de lo habitual y de hecho se ha ido tocado de la rodilla, por lo que Chevantón tiene que empezar a jugar partidos completos. Teixiera Vitienes perdonó incomprensiblemente y de manera injustificada la segunda amarilla a Moertti en el 80’ por obstrucción clara a Navas, por lo que las rajadas funcionan.
Lo mejor de todo es que sólo nos quedan 3 partidos (como mucho y que así sea) al margen de la liga, donde estamos perfectamente posicionados para el objetivo. Empezaremos a jugar de domingo a domingo, donde los jugadores tienen el descanso necesario y las rotaciones, negadas por eternas lesiones, serán menos necesarias. Mientras, nuestros rivales se verán enfrascados en competiciones europeas, y perderán partidos inesperadamente. Porque es una pena que nos hayan eliminado de la UEFA, pero no nos desviemos, el objetivo del Sevilla para poder seguir ahí es entrar en Champions este año, y conseguirlo también el que viene. Si además conseguimos un título como el de copa, o llegamos a la final, bienvenido sea, allí estaré. Poco a poco.
Mankiw
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