
No obstante, el Valladolid no lo puso fácil en la primera parte. Salió muy ordenado en la presión, basada en una buena basculación de todo el equipo, que les permitía tener superioridad defensiva allí donde se encontrara la pelota. Pero la calidad del Sevilla en una jugada rápida, que acaba con el buen pase de
Romaric al espacio de
Kanuté termina en el primer gol, con la aparente facilidad que hace este hombre las cosas. Control hacia fura para alejarse del defensa y ganar el espacio suficiente para cruzar la pelota de forma letal. Minuto 7, no podía empezar mejor la cosa. Pese a todo, no terminábamos de encontrarnos cómodos gracias a esa generosa presión del Valladolid. En el 21’ falta sacada excelentemente por
Cannobio y rematada a gol en el área chica por
Goitom de cabeza, absolutamente solo de marca y ante la lenta y tardía salida de
Palop. El Sevilla se atascó durante los 15 minutos posteriores al gol del sueco negro, hasta que
Jiménez se dio cuenta de algo que resultó clave. La eficaz presión del Valladolid tenía un punto débil. Su basculación excesiva hacía que la banda contraria a donde se estuviera jugando quedara desguarnecida. Así que el mister lo vio claro, necesitábamos cambios de juego muy rápidos, y presentar alternativas de ataque siempre por las dos bandas. Para todo ello era clave la figura de
Romaric, que debía ocupar el centro para ejecutar esos cambios de juego, pasando
Renato al interior zurdo. Maniobra perfecta. Dicho y hecho. Minuto 41, rápido cambio de izquierda a derecha del costamarfileño, que permite a
Navas hacer el uno contra uno en su banda y, al mismo tiempo, comunicarse telepáticamente con
Kanuté para que en la carrera este se quede parado en seco para que los centrales siguieran reculando, volviendo a ganar el espacio suficiente para un remate de primeras y a la media vuelta. Ambos se abrazaron para decirse sin palabras “qué bueno que nos conocimos”. Fin de la primera parte y fin del partido.
El Valladolid había hecho un esfuerzo enorme en la presión, la basculación y las ayudas, y ahora tenía que remontar un partido en el que
Jiménez ya había encontrado la llave maestra. No había más que hablar. En el 52’ entró
Perotti por
Duscher, volviendo todo el mundo a una posición más natural. Y en el 56’ llega el tercero. Excelente robo de balón de Adriano en la posición que hoy ocupaba (lateral derecho), diagonal hacia dentro hasta la medular y pase al hueco a
Fabiano, que rompiendo el fuera de juego se planta sólo delante de
Justo Villar para regatearle en la carrera y empujarla. Todos contentos, hasta su peluquero, quien seguro presume de tener parte de mérito en la jugada. El partido estaba finiquitado, y así lo entendió el Valladolid, quien quizá dio el partido por perdido demasiado pronto. Las jugadas de peligro a nuestro favor se sucedían. En el 62’ pudo marcar de nuevo
Fabiano, tras excelente pase de
Perotti, pero el palo se interpuso, y en el 67’
Navas, tras perfecta combinación con el delantero brasileño.
Mendilibar intentó cortar la hemorragia con un doble cambio para refrescar a los suyos, pero ya estaba todo perdido para ellos. Y en el 69’ llega el cuarto. Enésima buena incorporación de
Navarro, doblando esta vez a
Perotti, y poniendo un pase a la cabeza del gigante malí tan preciso como el que hace una semana vimos hacer a
Adriano para el gol de
Luis Fabiano. Gol de
Kanuté de perfecto cabezazo. Un minuto antes había debutado
Koné, sustituyendo a
Fabuloso, sin tiempo ni estado de forma para mucho. En el 76’ salió
Crespo por un tocado
Adriano. Pitido final, palmas de la afición y gratitud de los nuestros. No se podía pedir más. A los mismos 6 puntos del cuarto y una jornada menos.

De este partido se pueden hacer interesantes reflexiones y extraer aún mejores conclusiones. Que el gran partido de Málaga no fue una casualidad, y si entonces hubiéramos tenido la mitad de la eficacia goleadora de hoy hubiésemos goleado. Que el Sevilla, jugando una vez en semana y sin lesionados, es prácticamente imbatible (insisto, no ganar como jugamos contra el Málaga es un accidente remoto), claramente mejor que 18 equipos de nuestra liga. Que
Romaric tiene una zurda impresionante, pese a la poco ortodoxa ejecución de sus pases (parece que se deja el balón atrás para realizarlos). Que
Adriano es el mejor lateral derecho sano que hay en la plantilla, y que encima ofrece salida de balón. Y que
Kanuté es el jugador más grande que hemos tenido jamás.
Permítanme por último hablar de
Perotti. Espero que no se endiose, y siga trabajando como hasta ahora, porque si lo hace será un auténtico crack, en términos absolutos. Es un jugador diferente, como esos pocos privilegiados en todo el mundo. Cuando tiene el balón consigue que nos parezca que el partido se detiene. Piensa y ejecuta a otra velocidad. Es la sensación que pocos jugadores en el mundo consiguen transmitir, y que nadie en el Sevilla (por desgracia) me ha hecho sentir nunca. Ojito a este chaval.
Mankiw